
San Juan de Brito Fiesta: 04 de febrero
San Juan de Brito es el único jesuita portugués canonizado. Es notable por su inculturización entre los más pobres de la India. Nace en Lisboa el 1 de marzo de 1647. El menor de los cuatro hijos de Don Salvador de Brito y Pereira y Doña Beatriz de Brittes, pertenecientes ambos a la nobleza más elevada de Portugal. Juan, a los 9 años de edad, junto a sus hermanos entra al servicio de la corte del Rey Juan IV. Pasa a ser uno de los compañeros del infante don Pedro, niño de 8 años, que luego llegaría a ser el rey Pedro II. La formación del infante y sus compañeros de corte está entregada a los Padres de la Compañía de Jesús. Desde el palacio real asiste diariamente a clases en el Colegio de los jesuitas, San Antonio de Lisboa. Hay testimonios sobre Juan, como buen alumno, responsable y piadoso. A los 11 años de edad, Juan sufre una peligrosa enfermedad. Los médicos no atinan a salvarlo. El muchacho, enseñado por los jesuitas, se encomienda a San Francisco Javier, el apóstol de las Misiones de Oriente. Juan recupera la salud, y queda profundamente convencido de que ha recibido una gracia del cielo. Con gusto viste el traje talar y acrecienta su devoción a San Francisco Javier. A los catorce años comienza muy en serio a hacer un discernimiento vocacional. Cuando lo termina decide conversar con el P. Miguel Tinoco, Provincial de Portugal. Declara su proceso y pide formalmente el ingreso en la Compañía de Jesús. El Provincial le escucha y le pide terminar los estudios y obtener el permiso de doña Beatriz. El 17 de diciembre de 1662 ingresa, en Lisboa, al Noviciado de la Compañía de Jesús. El Maestro de novicios, P. Francisco Vitus, afirmó después conjuramento que: “Juan se distinguió por su observancia, por la virilidad de su carácter y por la firmeza de sus propósitos. Siempre se le encontró apunto para los trabajos más pesados. Tuvo especial atracción en servir a los enfermos. Para los demás novicios y para el mismo Maestro fue un “verdadero ejemplo”. Hizo estudios clásicos, aunque tuvo que interrumpirlos una vez por problemas de salud y luego filosofía. En 1668 escribió al superior general pidiéndole ser enviado a Oriente como misionero, pero debía primero terminar la teología. Ordenado en febrero de 1673 abandonó Lisboa para dirigirse a Goa a mediados de marzo, y llegó a su destino en septiembre. Siguió estudiando teología en Goa y le pidieron que se quedara como profesor, aunque su deseo seguía siendo el de ser misionero y perseguir la gloria del martirio. El P. Brito trabajó en Madura, en las regiones de Kolei y Tattuvanchery. Al estudiar el sistema indio de castas, descubrió que la mayoría de los cristianos pertenecían a las castas inferiores y más despreciadas. Pensó que había que convertir al cristianismo también a miembros de castas superiores, si es que el cristianismo debía tener un futuro. Se convirtió en un asceta Indú, un pandaraswami, ya que éstos podían acercarse a individuos de cualquier casta. Adoptó un estilo de vida diferente, de modo que comía sólo un poco de arroz al día, dormía sobre una esterilla y se vestía con manto rojo y turbante. Organizó un pequeño lugar de retiro en el bosque y llegó a ser aceptado como pandaraswami. Cuando se le fue conociendo, el número de conversiones creció mucho. Tras 11 años en la misión fue nombrado superior de Madura, pero a la vez se convertía en blanco de la ira de la casta superior, molesta con su trabajo y deseosa de darle muerte. En 1686 fue capturado, junto con algunos catequistas, por un cuerpo de soldados que les cargaron de cadenas. Cuando le amenazaron de muerte él ofreció su cuello, pero no siguieron adelante. Tras haber pasado un mes en prisión le dejaron en libertad y volvió a Madura, donde recibió orden de volver a Portugal para dar cuenta de la situación de la misión en la India. Llegado a Lisboa diez meses más tarde, fue recibido como un héroe. Recorrió universidades y colegios describiendo la vida aventurera de los misioneros de la India. Su amigo de infancia, ahora ya rey Pedro II, al ver lo delgado, consumido y cansado que estaba, le pidió que se quedara en Portugal como tutor de sus dos hijos, pero para Juan las necesidades de la India estaban muy por encima de las comodidades de la corte portuguesa. En 1690 de nuevo se embarcó para Goa. Se dirigió a la misión de Madura, a pesar de las amenazas de muerte que el rajá de Marava le había dirigido cuatro años antes. Tenía que ir de una misión a otra cuando se hacía de noche, para poder celebrar la Misa y bautizar a los conversos. El haber logrado convertir al príncipe Tadaya Theva decidió indirectamente su muerte. Este príncipe ya se había interesado por el cristianismo antes de que un catequista le ayudase con sus oraciones a recuperarse de una seria dificultad. Juan había insistido en que el príncipe, tras el bautismo, no podía conservar sino una de sus mujeres. Éste dio su consentimiento, pero una de las mujeres que se vieron rechazadas elevó sus quejas a su tío, el rajá de Marava, que mandó sus soldados el 28 de enero de 1690 a detener al misionero. Veinte días más tarde el rajá desterraba a Juan a Oriyur, provincia vecina gobernada por un hermano suyo. El rajá dio instrucciones a su hermano para que ejecutara a aquel problemático jesuita, que fue sacado de la prisión el 4 de febrero y llevado a un altozano junto al río, donde un verdugo le decapitó con una cimitarra. En Europa, los primeros en saber la noticia son los Reyes de Portugal. La corte de Lisboa no hace luto. Don Pedro celebra con fiesta solemne la muerte gloriosa del antiguo paje. La propia madre, doña Beatriz, quien tanto se opuso a la partida de su hijo hacia el Oriente, baja a la capital en traje de gala. Los Reyes reciben a la madre con grandes honras, trasladando a ella las que hubieran querido dar al hijo. Desde ese día aumentan las vocaciones misioneras. En Madura, la sangre de Juan se transforma en numerosas cristiandades nuevas. Las peregrinaciones y, después, el modesto santuario, hacen del lugar de su muerte un foco de fe. Las persecuciones y la extinción de la Compañía de Jesús detuvieron los procesos jurídicos. San Juan de Brito fue canonizado el 22 de junio de 1947.