“Tú eres mi Hijo amado; yo tengo en ti mis complacencias”
REFLEXIÓN LECTURAS DEL DOMINGO 10 DE ENERO 2021
Domingo tercero de adviento
Año litúrgico 2020 - 2021 - (Ciclo B)
Primera lectura
Isaías 42, 1-4. 6-7
Salmo
Sal 28, 1a. 2. 3ac-4. 3b y 9b-10
Segunda lectura
Del Libro de los Hechos de los Apóstoles 10, 34-38
Evangelio del día
San Marcos 1, 7-11
Reflexión.
Con esta fiesta, <<El Bautismo del Señor>> se termina el tiempo de navidad, dando inicio a la liturgia del tiempo ordinario; El bautismo del Señor en el jordán por Juan, es un misterio importante en nuestra fe y con ello se funda el sacramento del bautismo.
Es increíble el amor del Padre por quien todo fue hecho, que decidió abajarse y habitar entre nosotros, pero decide hacerlo desde la humildad y sencillez, decidió participar en la vida del hombre desde lo humano menos en el pecado, desde la propia concepción, ya que fue engendrado, no creado, lo hace respetando y dignificando al hombre, con su nacimiento, el cumplimiento de la ley al ser presentado y circuncidado, su participación en la sinagoga y ahora con este gesto admirable de purificación por medio del bautismo de Jesus en el Jordan; mediante este gesto, ahora misterio, el Padre une lo humano con lo divino, haciendo descender su Espíritu sobre él, resonando desde el cielo una voz que decía “Tú eres mi Hijo amado; yo tengo en ti mis complacencias”.
Tengamos la certeza de que en nuestro bautismo y cada vez que alguien es bautizado “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” el Espíritu desciende y la voz del Padre resuena diciendo «Tú eres mi hijo amado».
Por medio del bautismo nos hacemos hijos suyos, renaciendo a una vida nueva en el Espíritu, siendo partícipes en la construcción del reino, invitados a hacer el bien, a promover la justicia, a ser luz para la humanidad sin distincion alguna de personas, de color, de raza, sexo, edad o nación.
Roguemos al Señor para que mediante esta celebración y su gracia recibida por medio del bautismo podamos reconocernos como hijos amados, sentirnos hermanos en Cristo y luchadores incansables de la justicia y la paz. Así sea.
Amén.
por Manuel Irigoyen