REFLEXIÓN LECTURAS DEL DOMINGO 29 DE NOVIEMBRE 2020
Domingo primero de adviento
Año litúrgico 2020 - 2021 - (Ciclo B)

Primera lectura
Isaías 63:16-17, 19; 64:2-7
Salmo
80:2-3, 15-16, 18-19
Segunda lectura
I Corintios 1:3-9
Evangelio del día
Marcos 13:33-37

Reflexión.

Este domingo comenzamos con el tiempo de Adviento. En estos momentos, este tiempo no debe ser sólo un tiempo litúrgico; debe convertirse en una real actitud que haga posible atravesar toda nuestra existencia, por tal motivo debemos de orientar nuestra mirada hacia el Señor que un día vendrá a nuestro encuentro.

En este tiempo de adviento no hemos de vivir como solemos hacerlo. El texto del evangelio no pretende inculcarnos miedo, como cuando éramos pequeños. En la espera del Señor no debemos estar vigilantes porque en su venida encontraremos un juicio; debemos estar vigilantes para encontrarnos es su presencia como ese hijo que espera emocionado la llegada de su padre. Sí buscando la vida eterna prometida, pero no adormilados con logros superficiales. Debemos ser conscientes de que todo lo que uno espera de fuera, lo tiene uno ya adentro.

Pensemos que el evangelio de este día nos invita a estar siempre vigilantes, porque no sabemos cuándo será el encuentro con el señor; tomemos en cuenta lo que menciona el profeta Isaías en la primera lectura “Dios sale al encuentro del que practica la justicia”, y San Pablo en la segunda lectura nos dice que aguardemos las manifestaciones de nuestro Señor Jesucristo. Los invito a prepararnos desde ya a estar listos. Y la mejor forma es tener presente al Señor en nuestras vidas y en la de cada uno de nuestros hermanos.

El tiempo de adviento es tiempo de estar atentos y cuidadosos, es tiempo de vigilia. Debemos de estar atentos a tantas injusticias, atentos a la desigualdad, atentos a los que en esta pandemia están sufriendo por la pérdida de la salud, del trabajo, del bienestar social; atentos a la violencia que se presenta, atentos al descuido que hemos tenido de nuestra “casa común”, pero no sólo atentos para evadir, sino atentos para descubrir el rostro de Cristo en las personas que nos necesitan y podamos apoyar, cuidadosos para comprender lo que nos está diciendo el Espíritu Santo; cuidadosos de no hacer ningún daño ni causar dolores.

Esta Navidad pinta con una “nueva normalidad”, una navidad diferente a la que solemos celebrar, una navidad donde quizás la celebración sea en lo profundo de nuestros corazones. Por ello, lo que toca en este adviento es hablar de la esperanza, hablar con palabras positivas, palabras de reconciliación, palabras que sumen y no que resten; sabernos amados por Dios, quien nos tiene un presente y un futuro lleno de vida en abundancia. Es el momento de cuidarme yo para así cuidar a los demás y cuidar nuestro mundo, nuestra casa común.

Amén.

por Edwin Villanueva